El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo, y que se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria y otras funciones cognitivas.
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Es una patología que no tiene cura. Sin embargo, hay diversos estudios que han demostrado que ciertos hábitos pueden ayudar a retrasar su aparición o incluso reducir el riesgo de desarrollarla.
Un estudio publicado en The Lancet, dice que hay 14 factores de riesgo que, si se controlan a lo largo de la vida, pueden disminuir significativamente la posibilidad de padecer demencia. Entre estos factores se encuentran la hipertensión, la obesidad, la inactividad física, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y la exposición a la contaminación del aire. Además, el informe destaca la importancia de la educación temprana, el control de la diabetes y la socialización para mantener el cerebro activo y saludable.
El sueño y su relación con el Alzheimer
El sueño de calidad también juega un papel clave en la prevención del Alzheimer. Según AS, investigadores de las universidades de Berkeley, Stanford e Irvine en Estados Unidos descubrieron que el sueño profundo ayuda al cerebro a eliminar depósitos de beta-amiloide, una proteína asociada con la enfermedad.
“El sueño actúa como una especie de sistema de limpieza del cerebro, eliminando toxinas que pueden contribuir al desarrollo del Alzheimer”, señala el estudio. Los participantes con un descanso adecuado mostraron mejores resultados en pruebas de memoria, lo que refuerza la idea de que dormir bien puede ser un factor protector.
El aprendizaje de un segundo idioma también ha demostrado ser beneficioso para la salud cerebral. Un estudio de la Universidad McGill en Canadá y la Universitat Oberta de Catalunya en España encontró que el bilingüismo puede retrasar hasta cinco años la aparición de los síntomas del Alzheimer.
“Aprender un nuevo idioma mejora la plasticidad cerebral y fortalece las conexiones neuronales, lo que puede actuar como un escudo contra la demencia”, explica la investigación. Esto sugiere que fomentar el aprendizaje de idiomas desde la infancia o incluso en la adultez puede tener un impacto positivo en la prevención de enfermedades neurodegenerativas, refiere Huffingtonpost.
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Si bien no existe una forma definitiva de evitar el Alzheimer, la evidencia científica sugiere que adoptar un estilo de vida saludable puede reducir significativamente el riesgo.
Mantenerse físicamente activo, estimular la mente con nuevas habilidades, evitar el aislamiento social y controlar enfermedades crónicas como la diabetes e hipertensión son estrategias fundamentales para proteger la salud cerebral a largo plazo.