Edificios desplomados, infraestructura destrozada, calles convertidas en campos de escombros.
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Escenas de violencia y destrucción en la Franja de Gaza, que enfrenta un bloqueo desde hace tiempo, han llenado las ondas hertzianas del mundo a lo largo de cuatro guerras e incontables rondas de hostilidades entre extremistas de Hamas e Israel. Pero este conflicto, dicen los palestinos, es distinto.
El martes, luego de una noche de intensos bombardeos, los habitantes pasaban apuros para captar la magnitud total del daño infligido al próspero vecindario de Rimal en la Ciudad de Gaza, con sus centros comerciales, restaurantes, edificios residenciales y oficinas pertenecientes a grupos de ayuda humanitaria y medios de comunicación internacionales, lejos de los poblados fronterizos del territorio duramente atacados y sus empobrecidos campamentos de refugiados.
Israel ya había atacado Rimal —donde también se encuentran ministerios gubernamentales de Hamas— en la guerra de 2021, pero nunca así.
Bombas israelíes reventaron muros y arrancaron techos de torres de apartamentos de la clase alta. Derribaron árboles que solían estar alineados en las aceras. Desbarataron calles en los que comunmente había comerciantes apresurándose a llegar al trabajo y vendedores de nueces tostadas. Arrasaron mezquitas y edificios universitarios, y destrozaron oficinas en edificios de compañías y organizaciones como la principal compañía de telecomunicaciones de Gaza y el Colegio de Abogados.
Entre esas amplias avenidas, llenas de salones de belleza, tiendas de falafel y pizzerías, latía el corazón de la Ciudad de Gaza. Para muchos, la magnitud de la devastación allí, que afecta a las clases medias y altas del territorio, tiene un significado simbólico.
“Israel ha destruido el centro de todo”, dijo el empresario palestino Alí al Hiyak desde su casa cerca de Rimal. “Ese es el espacio de nuestra vida pública, nuestra comunidad”.
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“Nos están destruyendo”, agregó.
Después de que los gobernantes de Hamas en Gaza orquestaron el ataque más letal contra Israel en décadas, matando a más de 1.000 personas y tomando a decenas como rehenes en una ofensiva en varios frentes, Israel desató lo que los residentes de Gaza describieron como la campaña más intensa de bombardeos en la memoria reciente, con cientos de ataques aéreos el lunes por la noche.
“Estos sonidos son distintos”, texteó Saman Ashour, de 30 años, en la Ciudad de Gaza mientras permanecía despierta en un vecindario al norte de Rimal, escuchando el tronar de las explosiones. “Es el sonido de la venganza”.
Los residentes dijeron que las fuerzas armadas israelíes atacaron algunos edificios sin primero disparar misiles de advertencia como precaución. La cifra de civiles muertos ha estado aumentando rápidamente. En total, funcionarios de salud de Gaza han reportado que en los bombardeos han muerto más de 800 personas y miles más han resultado heridas. Israel también ha cortado el suministro de agua y electricidad a Gaza, empeorando las condiciones humanitarias del territorio, ya de por sí pésimas.
El portavoz en árabe de las fuerzas armadas israelíes, Avichay Adraee, dijo que Israel intentaba “evacuar a poblaciones civiles de áreas donde Hamas tiene una presencia militar” antes de desatar una “poderosa destrucción”.
Esa estrategia es evidente en asombrosas tomas captadas por drones, en las que pueden apreciarse vastos tramos del centro de la Ciudad de Gaza reducidos a nada, salvo cráteres de tierra y ruinas de edificios demolidos.
Pero la mayor parte de los civiles palestinos no evacuaron. No hay refugios antibombas. Israel y Egipto controlan estrechamente las fronteras del enclave y no han permitido la salida de nadie. Los albergues de la ONU se están llenando rápidamente.
Después del ataque sin precedentes del grupo extremista contra civiles y soldados israelíes, que impactó y aterrorizó a un país considerado invencible desde hace tiempo, los analistas dicen que el grupo decidió apostar todo a una victoria sin importar las consecuencias. Ahora Israel está librando una guerra no para repeler a Hamas, sino para destruirlo.
“La perspectiva estratégica es aniquilar, destruir y demoler la capacidad militar de Hamas”, dijo Kobi Michael, investigador sénior del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, un centro de investigación israelí. “Hamas trajo esto sobre las cabezas de los habitantes de Gaza”.
“Si Israel no es lo suficientemente agresivo”, agregó, “eso sólo nos arrastrará a otro frente y a otro conflicto”.
Pero los palestinos en Gaza ven la ira de los militares israelíes como un castigo colectivo.
“Estamos hablando acerca de daños a hospitales que ni siquiera pueden operar sin combustible, la demolición total de viviendas e infraestructura”, dijo Iyad Bozum, portavoz del Ministerio del Interior de Gaza. “Al concluir esto no quedará nada ni siquiera para reconstruir. Será imposible vivir aquí”.
Los ataques sobre Rimal el martes en la madrugada provocaron la muerte de residentes ordinarios como comerciantes y periodistas locales, y destruyeron docenas de viviendas.
Issa Abu Salim, de 60 años, estaba furioso mientras permanecía de pie entre los escombros de su vivienda, sus ropas sucias con el polvo generado por la destrucción.
“Nuestro dinero se ha ido. Mis tarjetas de identificación están perdidas. Toda la casa, los cuatro pisos, está en ruinas”, declaró. “El área más bonita, ellos la destruyeron”.