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Desplazamiento masivo por la guerra Israel-Hezbollah transforma afamada calle comercial de Beirut

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Adulkader Kurdi, que huyó de la guerra entre Hezbollah e Israel en el sur de Líbano, yace sobre un colchón en uno de los cines más antiguos y conocidos de Beirut, Le Colisee, el martes 22 de octubre de 2024, en Beirut, Líbano. (AP Foto/Hussein Malla) AP (Hussein Malla/AP)

BEIRUT (AP) — Dentro de lo que solía ser uno de los cines más antiguos y conocidos de Beirut, decenas de libaneses, palestinos y sirios desplazados por la guerra entre Israel y Hamás ahora pasan el tiempo leyendo las noticias en sus teléfonos, cocinando, charlando o deambulando.

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Afuera en la calle Hamra, que solía ser un próspero centro económico, las aceras rebosan de desplazados, y los hoteles y apartamentos están atestados de personas que buscan refugio. Los cafés y restaurantes están repletos.

De cierta forma, el desplazamiento masivo de cientos de miles de personas provenientes del sur de Líbano, del valle de la Becá en el este y de los suburbios sureños de Beirut le ha dado un impulso a este distrito comercial tras años de declive debido a la crisis económica del país.

Pero no es la revitalización que muchos esperaban.

“El desplazamiento revitalizó la calle Hamra en una forma equivocada”, dijo el gerente de un hotel de cuatro estrellas en esa avenida, que solicitó guardar el anonimato para hablar con franqueza acerca de los problemas que la afluencia de recién llegados le ha causado al vecindario.

Durante tres semanas después de que la guerra se agudizó a mediados de septiembre, su hotel disfrutó de 100% de ocupación. Ahora está aproximadamente al 65% de su capacidad —una cifra que sigue siendo buena para esta época del año— después de que algunas personas se fueron a apartamentos rentados más económicos.

Sin embargo, señaló, el flujo de personas desplazadas también ha traído caos. Congestiones de tránsito, estacionamiento en doble fila, y motocicletas y motonetas esparcidas por las aceras se han convertido en algo habitual, lo que dificulta el caminar de los peatones. Suelen surgir tensiones entre los desplazados y los residentes del distrito.

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Desde hace tiempo la calle Hamra ha sido un indicador del turbulento escenario político de Líbano. Durante la época dorada del país en la década de 1960 y los primeros años de la de 1970, representaba todo lo que era glamoroso, llena con los mejores cines y teatros, cafés frecuentados por intelectuales y artistas, y tiendas de lujo.

En las últimas décadas, la calle ha sido testigo de altibajos según la situación de la pequeña nación del Mediterráneo, la cual se ha visto enturbiada por repetidos episodios de inestabilidad, incluida una guerra civil de 15 años que concluyó en 1990. En 1982, tanques israelíes avanzaron por la calle Hamra después de que Israel invadió el país, y llegaron hasta el oeste de Beirut.

En años recientes, el distrito se transformó por una afluencia de refugiados sirios que huían de la guerra en la nación vecina, y los negocios se vieron golpeados por el desplome financiero del país, que comenzó en 2019.

Israel incrementó drásticamente sus ataques a partes de Líbano el 23 de septiembre, matando a casi 500 personas e hiriendo a 1.600 en un día, luego de casi un año de escaramuzas entre soldados israelíes y el grupo político-paramilitar Hezbollah a lo largo de la frontera que comparten ambos países. La intensificación de la ofensiva desató un éxodo de personas que huían de los bombardeos, incluidas muchas que dormían en plazas públicas, playas o el pavimento en diversas partes de Beirut.

Más de 2.574 personas han muerto en Líbano y más de 12.000 han resultado heridas en el último año de guerra, según el Ministerio de Salud del país, y aproximadamente 1,2 millones de personas han tenido que desplazarse.

Muchas han inundado Hamra, un área cosmopolita y diversa. Algunas de ellas se han mudado a las viviendas de parientes o amigos, y otras se han dirigido a hoteles y escuelas convertidas en albergues. En días recientes, varios edificios vacíos fueron invadidos por personas desplazadas, pero fuerzas de seguridad las obligaron a irse tras enfrentamientos que en ocasiones se tornaron violentos.

Mohamad Rayes, miembro de la Asociación de Comerciantes de Hamra, dijo que, antes de la afluencia de personas desplazadas, algunos negocios planeaban cerrar debido a dificultades financieras.

“Es algo que no es posible imaginar”, comentó Rayes sobre la forma en que el flujo de personas desplazadas reanimó el comercio en Hamra en formas no vistas en años. Dijo que algunos comerciantes incluso duplicaron los precios debido a la elevada demanda.

En una tienda de teléfonos celulares, Farouk Fahmy dijo que durante las primeras dos semanas sus ventas se incrementaron 70%. Las personas que huyeron de sus casas adquirieron principalmente cargadores y datos de internet para dar seguimiento a las noticias.

“Ahora el mercado está estancado de nuevo”, señaló Fahmy.

Debido a que muchos se fueron de sus viviendas con pocas pertenencias, las ventas de ropa interior y piyamas para hombres y mujeres se incrementaron 300% en la pequeña tienda de ropa propiedad de Hani, que declinó proporcionar su nombre completo por razones de seguridad.

El cine de 60 años de antigüedad, Le Colisee —un referente histórico en la calle Hamra—, llevaba más de dos décadas cerrado hasta este año, en que el actor libanés Kassem Istanbouli, fundador del Teatro Nacional libanés, lo adquirió y comenzó a renovarlo. Con la llegada de la ola masiva de desplazados, lo transformó en un albergue para familias que huyeron de sus hogares en el sur de Líbano.

Istanbouli, que posee cines en el puerto sureño de Tiro y en la ciudad de Trípoli en el norte —la segunda más grande de Líbano—, ha convertido los tres en albergues donde las personas, sin importar su nacionalidad, pueden refugiarse.

Esta semana, personas desplazadas en el cine de Beirut se sentaban sobre colchones delgados encima de su alfombra roja, revisando sus teléfonos y leyendo. Algunas ayudaban en los trabajos de restauración del edificio.

Entre ellas estaba Abdul-Rahman Mansour, un ciudadano sirio, junto con sus tres hermanos y su madre de origen palestino-libanés, Joumana Hanafi. Mansour dijo que huyeron de Tiro tras un ataque con cohetes cerca de su casa, refugiándose en una escuela en la ciudad costera de Sidón, donde se les permitió quedarse debido a que su madre es ciudadana libanesa.

Cuando la dirección del albergue se enteró que Mansour y sus hermanos eran sirios tuvieron que irse, ya que sólo se permitía la presencia de ciudadanos libaneses. No tenían dónde hospedarse, por lo que regresaron a Tiro.

“Dormimos una noche en Tiro, pero espero que usted nunca sea testigo de una noche así”, declaró Hanafi con respecto a la intensidad del bombardeo.

Dijo que uno de sus hijos conocía a Istanbouli y lo contactó. “Le dijimos: ‘Antes que nada, somos sirios’. Él dijo: ‘Es una vergüenza que ustedes tengan que decir eso’”.

Istanbouil pasa horas cada día en sus cines en Beirut y Trípoli para estar cerca de las personas desplazadas que se refugian allí.

“Normalmente las personas solían venir aquí para ver una película. Hoy estamos todos en el cine y la película está proyectándose en el exterior”, dijo Istanbouli sobre la guerra en curso.

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