Un excomandante del grupo rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) fue sentenciado el viernes por un tribunal de Uganda a pasar 40 años en prisión por los brutales crímenes cometidos por el grupo durante su levantamiento, que inició en la década de 1980.
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La sentencia impuesta a Thomas Kwoyelo —un niño soldado que se convirtió en comandante rebelde— se aplica a los delitos más graves que enfrentaba, entre ellos, múltiples cargos de asesinato, violación, saqueo y esclavitud.
En agosto, Kwoyelo fue hallado culpable de 44 de las 78 acusaciones que enfrentaba por crímenes cometidos durante el levantamiento entre 1992 y 2005.
La sentencia fue pronunciada por un panel del Alto Tribunal con sede en Gulu, la ciudad del norte del país donde el grupo armado estuvo activo alguna vez.
Kwoyelo puede apelar la sentencia.
Kwoyelo, cuyo juicio comenzó en 2019, ha estado detenido desde 2009, mientras las autoridades ugandesas trataban de deducir cómo hacer justicia de una manera justa y creíble. Human Rights Watch describió su juicio como “una oportunidad infrecuente de justicia para las víctimas de la guerra de dos décadas entre” las tropas ugandesas y el LRA.
La fiscalía señaló que Kwoyelo tenía el rango militar de coronel en el LRA y que ordenó violentos ataques contra civiles, muchos de los cuales habían sido desplazados por la rebelión.
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Se piensa que el máximo líder del LRA, Joseph Kony, se oculta en una amplia zona de bosque ingobernable en el centro de África. Estados Unidos ha ofrecido una recompensa de 5 millones de dólares por información que conduzca a la captura de Kony, que también es buscado por la Corte Penal Internacional.
Miles de otros combatientes rebeldes han recibido amnistía del gobierno de Uganda a lo largo de los años, pero a Kwoyelo, que fue capturado en el vecino Congo, se le negó ese indulto. Las autoridades ugandesas nunca han explicado por qué.
Kwoyelo, que negó los cargos en su contra, testificó que sólo Kony podía responder por los crímenes del LRA y afirmó que todos los miembros del LRA se enfrentaban a la muerte por desobedecer al máximo líder.