Después de que el expresidente Donald Trump diera su discurso de victoria el miércoles temprano en el Centro de Convenciones de Palm Beach, en Florida, docenas de sus seguidores se reunieron en un vestíbulo para cantar “How Great Thou Art,” (“Cuán Grande Eres”), recitando de memoria la letra y armonías de una alabanza clásica, popular entre los cristianos evangélicos.
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Fue un cierre apropiado para una elección en la que Trump una vez más ganó el apoyo de aproximadamente 8 de cada 10 votantes cristianos evangélicos blancos, según AP VoteCast, una amplia encuesta de más de 120.000 votantes. Ese margen, entre un grupo que representaba alrededor del 20% del electorado total, repite márgenes igualmente impresionantes de apoyo evangélico que Trump recibió en 2020.
El pastor Robert Jeffress de la Primera Iglesia Bautista de Dallas, uno de los simpatizantes evangélicos más prominentes de Trump desde la campaña de 2016, calificó la elección como una “gran victoria”.
“Sí, hubo algunos temas de fe importantes para los evangélicos, pero los evangélicos también son estadounidenses”, dijo Jeffress. “Les preocupa la inmigración, les preocupa la economía”.
Algunos críticos de Trump temen que implementará una agenda nacionalista cristiana que, según ellos, otorga a los cristianos una posición privilegiada en el país y es contraria a la separación entre iglesia y estado.
Aunque algunas de las expresiones religiosas del gobierno son más retóricas que políticas, eso puede tener un impacto en un país que es más secular y religiosamente diverso que en generaciones pasadas, dijo Andrew Whitehead, autor de “Taking America Back for God: Christian Nationalism in the United States”.
“Aquellos que no abrazan esa expresión del cristianismo o la religión cristiana o ninguna religión en absoluto, se sentirán marcados como ‘otros’ y no verdaderamente estadounidenses”, dijo Whitehead, profesor asociado de sociología en la Universidad de Indiana, en Indianápolis.
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Whitehead vaticina que una visión nacionalista cristiana probablemente motivará políticas migratorias restrictivas con el pretexto de proteger la cultura estadounidense tradicional, como la prohibición de que personas procedentes de varios países mayoritariamente musulmanes viajen a Estados Unidos.
Pero Jeffress desestimó las preocupaciones de aquellos que vaticinan un gobierno nacionalista cristiano.
“A las personas que no son cristianas les preocupa indebidamente que vaya a instituir algún tipo de teocracia opresiva. No le interesa hacer eso”, afirmó Jeffress, señalando que Trump no ha mostrado interés en prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo ni imponer una prohibición absoluta del aborto.
Los líderes evangélicos que más apoyan a Trump pueden esperar el mismo tipo de acceso a la Casa Blanca que tuvieron en el primer mandato de Trump.
Trump ha proclamado un sentido de mandato divino.
“Muchas personas me han dicho que Dios salvó mi vida por una razón”, dijo Trump en su discurso de victoria, refiriéndose a las afirmaciones generalizadas entre los simpatizantes evangélicos de que recibió una protección divina milagrosa en el intento de asesinato casi fatal en Butler, Pensilvania, el 13 de julio. “Y esa razón fue salvar a nuestro país y restaurar la grandeza de Estados Unidos”.
Durante la campaña electoral, Trump prometió “proteger a los cristianos en nuestras escuelas y en nuestro ejército y nuestro gobierno” y en “nuestra plaza pública”. Muchas de las disputas entre Iglesia y Estado de los últimos años se han centrado en los símbolos cristianos en lugares públicos, como la exhibición de cruces.
La campaña republicana se comprometió a defender a los cristianos así como a los judíos que enfrentan persecución. Si bien incluyó un compromiso general de proteger el culto de todos los grupos religiosos, esos fueron los únicos dos que se mencionaron específicamente. La campaña también defendió el derecho a “orar y leer la Biblia en la escuela”.
Trump se compromete a apoyar otras prioridades evangélicas, como el apoyo a Israel y una oposición a los derechos de las personas transgénero, ya que asegura que: “Dios creó dos géneros, masculino y femenino”. Los evangélicos se sienten consternados por el hecho de que Trump se haya distanciado de las propuestas antiaborto más estrictas, aunque los líderes evangélicos vieron a Trump como preferible a Harris, quien ha defendido fuertemente el derecho al aborto.
Las manifestaciones a favor de Trump presentaron expresiones que han sido abrazadas por los nacionalistas cristianos, como la canción “Dios bendiga a Estados Unidos”. Muchos en los mítines de Trump llevan camisetas que proclaman: "Jesús es mi salvador, Trump es mi presidente”.
El hecho de que los evangélicos apoyaran a Trump inicialmente sorprendió a muchos, ya que el candidato republicano es propietario de empresas de casinos, lleva varios matrimonios a cuestas, y ha sido objeto de acusaciones de conducta sexual indebida y, más recientemente, de haber jugado un papel importante en fomentar los disturbios del Capitolio de 2021, además de su condena por cargos de fraude. Pero muchos simpatizantes cuestionan estas acusaciones o lo ven como un campeón poderoso aunque imperfecto.
“La gente apoya al presidente Trump no por su religiosidad sino por sus políticas”, dijo Jeffress.
John Fea, profesor de historia en la Universidad Messiah en Mechanicsburg, Pensilvania, quien escribió un libro sobre el respaldo evangélico a Trump en su campaña de 2016, dijo que la persistencia de ese apoyo no fue sorprendente.
Durante esta campaña, Fea dijo que habló con evangélicos que se sentían incómodos con Trump. Estaban “buscando cualquier razón para votar por Harris”, como cierta moderación sobre el tema del aborto. “No creo que Harris les estuviera dando mucho”.
No solo los evangélicos blancos no hispanos apoyaron a Trump. También lo hicieron poco más de la mitad de los evangélicos latinos y aproximadamente 6 de cada 10 católicos blancos, según AP VoteCast. En general, aproximadamente 6 de cada 10 mormones también respaldaron al expresidente.
El pastor Abraham Rivera del Centro de Vida La Puerta en North Miami, Florida, atribuyó la popularidad de Trump entre todos los latinos, y en particular entre los evangélicos, a sus valores conservadores respecto a la moralidad y la familia.
“Creo que el tema de la identidad de género que la izquierda promueve mucho, aleja a muchos evangélicos latinos”, indicó Rivera. Miembros de su congregación expresaron algunas preocupaciones sobre la “personalidad" de Trump o las "cosas que dice” pero no sobre sus políticas, señaló.
Rivera prevé que los frecuentes contactos que los líderes evangélicos latinos mantuvieron con el primer gobierno de Trump continúen, lo que les daría voz. En contraste, sintió que las puertas “estaban cerradas” durante la presidencia de Biden, quien parecía ignorar los valores de muchos conservadores.
Pero Rivera agregó: “La idea de que una derecha cristiana malvada va a tomar el control de todo es simplemente una locura”.
Fea aseguró que una agenda nacionalista cristiana puede ser más retórica que sustantiva a nivel nacional, pero advirtió que hay casos genuinos a nivel local. Anticipó que el gobierno de Trump no se opondría a cosas como una nueva ley en el estado de Luisiana que requiere la publicación de los Diez Mandamientos en las escuelas públicas y la orden de un funcionario de educación en Oklahoma que exige que las escuelas públicas incorporen la Biblia en clase. Ambas se enfrentan a recursos judiciales.
La plataforma republicana de 2024 se comprometió a usar “la ley federal existente para mantener fuera de Estados Unidos a los comunistas, marxistas y socialistas que odian a los cristianos”, así como a los “yihadistas”. En campaña, Trump dijo que formaría un grupo de trabajo federal para luchar contra la "persecución contra los cristianos en Estados Unidos”.
Otros grupos, a nivel nacional y en las iglesias locales, están preparados para oponerse a una agenda nacionalista cristiana.
La organización Americans United for Separation of Church and State ("Estadounidenses unidos por la separación entre Iglesia y Estado") se comprometió a resistir cualquier política del gobierno de Trump que privilegie a los cristianos y use la bandera de la libertad de culto como una “licencia para discriminar”, aseguró Andrew Seidel, vicepresidente de comunicación estratégica del grupo.
Seidel vaticina que el nuevo gobierno de Trump tendrá un plan para implementar el Proyecto 2025 de la Heritage Foundation, la cual tiene una agenda nacionalista cristiana, a pesar de que Trump se haya distanciado de éste
“Esta vez, están listos para la victoria”, asegura Seidel. “La última vez ganaron una victoria inesperada. No sabían qué estaban haciendo. (Pero ahora) van a estar listos desde el primer día”.
El reverendo Tim Schaefer, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Madison, Wisconsin, dijo que se opone al nacionalismo cristiano en parte porque es contrario a la separación entre Iglesia y Estado, una creencia importante en la fe bautista.
“Nuestra labor es recordarle a la gente que no fuimos fundados como una nación cristiana”, dijo. “Había un deseo por parte de los fundadores de ser una nación de pluralidad religiosa”.
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Giovanna Dell’Orto, Tiffany Stanley y Amelia Thomson-DeVeaux, periodistas de Associated Press, contribuyeron a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de la AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.